El Otro insondable
Por María Lagrange
Pintora
En el artículo “Dos miradas sobre los saqueos. Lo insondable”, que publicó Horacio González en Página 12, el 26 de diciembre del 2012, plantea un enigma que obliga analizar los comportamientos humanos desde un ángulo diferente de las habituales condiciones económicas o morales. La incógnita de “lo insondable” que allí se plantea apunta directamente a una cuestión de orden metafísico en la política. Esta cuestión no es menor, hace a la mística política, ello pone en relieve la frontera de interpretación que existe entre las ciencias sociales y el arte donde ambas tratan de dilucidar la razón de vida o muerte que impulsa un acto.
La mística política interesa a los científicos, filósofos y a los artistas desde tiempos inmemorables, porque de alguna manera planifica el relato histórico y la noción humana de gloria o de victoria (según desde donde se hable). ¿Qué idea de gloria y victoria hace que se construyan anhelos y descubran valores vitales, que justifiquen los actos humanos en el escenario histórico? La historia son actos y el mundo es una escena, ambos se unen para dar sentido a la humanidad. Según la manera de interpretar este sentido será arte o ciencia.
González interroga los saqueos desde la condición humana de decidir y hace pensar forzosamente en el libre albedrío. Reconoce que “los conocimientos formales de las ciencias políticas no incluyen la idea del saqueador en el ideal del ciudadano” y desde esa lógica científica asevera que “Pueblo es lo que no saquea”. Si lo que saquea no es pueblo, entonces qué es lo que saquea? Se preguntaría Hamlet ¿Cómo diferenciar políticamente los comportamientos que son sociales y colectivos de los que son individuales pese a que actúen en grupo? La pregunta a su vez encierra, igual que las muñecas rusas, otras preguntas ¿Cómo opera el libre albedrío y cómo éste diferencia la cuestión pública de la privada? Otros interrogantes más internados en el texto intentan dilucidar las claves de decisión de un individuo que impactaran, como dice González, en el “tejido de individuos que actúan en el conjunto social”.
Hay una forma de conducta sin moral, dañina, jactanciosa, lindante con el juego del divertimento que desdramatiza en burla todo perjuicio que se ocasiona, que en ciertos momentos son la mano sucia de la política. Relativizando toda responsabilidad, esta filosofía del comportamiento vil, somete todos los valores civilizatorios de respeto, lucha, justicia, verdad, nobleza, valentía, honradez, compromiso, lealtad para reducirlos a categorías infernales del Dante. Burlando el trabajo de Sócrates, quien con su técnica mayéutica limpió estos arquetipos de emotividad y fanatismo, para educar al ciudadano en el compromiso consciente con la democracia y uso sabio de la libertad.
González es sociólogo y dirige la casa de letras más importante del país, donde conviven textos científicos y literarios de todos nuestros ancestros y contemporáneos. De la alianza entre la Sociología y la Literatura que habitan al director, no es extraño que surgiera un ágora de debate político con objetivo epistolar (forma literaria de comunicar) el cual él llamó CARTA ABIERTA.
Esta frontera entre dos mundos de interpretación, que entreteje las fibras de las ciencias sociales y del arte, se me ocurre que es la fundadora de un antiguo “pensamiento nuevo” (stil nuovo), que desde su consolidación en la ciudad–Estado de Florencia hace 8 siglos, no para de abortar pese a llamarse Renacimiento. Esta frontera integra y a la vez diversifica la “interpretación”, de los hechos?, actos?, sucesos?, episodios?, eventos?, circunstancias?, acontecimientos?, asuntos?, incidentes?, vicisitudes?…perdón, es que la lista de puntos de vista del observador sigue…, haciendo a “la cuestión de lo insondable” tan difícil de caratular inclusive para comenzar a analizar.
González es sociólogo de letras y el Dante, un poeta de la política, la particularidad es que ambos se interrogan sobre lo insondable, y yo entiendo inmediatamente en esta interrogación la subpregunta: ¿qué motiva el libre albedrío a la hora de elegir ser? González comienza su texto diciendo: Para mentes correctas, nada hay de insondable. Todo puede conocerse.
El arte no es un tribunal, es un organizador del conocimiento empírico, es un experimentador, entre otras cosas, de la anticipación y la profecía intelectual, atributos del pensamiento inmaterial que se practican gracias a la imaginación, asociación, abstracción, mentalización, la creatividad. González, como Dante, establece categorías humanas definidas desde el comportamiento y nos libra una clave de lectura sobre las reglas metafísicas que rigen nuestro tiempo y nuestro espacio de vida, González dice: “hay un punto abismal, que… se produce en el doble plano de una conciencia colectiva y una conciencia individual”. En la legendaria ciudad de Florencia que nació en el año 1293 con la consolidación popular de las “Ordenanzas de Justicia” se dio comienzo al llamado “Estado más moderno del mundo”. Es en ese siglo 13° que Dante introduce la metafísica en la política y divide la eternidad de las almas en 3 mundos: el 1° infernal, el 2° un purgatorio, y el 3° un mundo de príncipes, santos y grandes chamanes que se unen a la obra inconmensurable de la vida. El poema determina las conjunciones entre el comportamiento individual y la historia, configurando 9 círculos durante 33 cantos en el infierno, 7 círculos en los 33 cantos del purgatorio y 10 cielos más la visión del punto absoluto de todo el ser (el punto abismal al que se refiere González), en los 33 cantos del Paraíso, que junto con la introducción, conforman 100 cantos compuestos en triadas. Más allá de la proeza geométrica-aritmética-rítmica de la obra política del exilio del Dante, ambas plumas intentan decir que democracia es una resultante de la voluntad del ciudadano y que el libre albedrío de cada individuo no decide solamente sobre él mismo sino sobre todo el tejido social, lo que constituye el “doble plano” y le otorga al individuo un poder trascendental inclusive en el tiempo, que asienta su base en la propia democracia que destruye, donde paradójicamente limita la justicia divina y la justicia humana.
Aquí lo que nos interesa es la coincidencia del escritor medieval con González y el intento de dilucidación de lo insondable en política. Lo que González denomina “Trágicas ocurrencias” es a mi modo de ver el perfecto resumen del cartel que inmortalizó la puerta del infierno del Dante: «Por mi intermedio se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creada por el poder divino y no hubo nada que existiera antes de mí, abandonen toda esperanza los que entren por aquí» ,»Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate. Por otra parte González habla de ese mismo momento en el que el ciudadano decide penetrar el infierno diciéndolo de otra manera: “Pero en el ultimísimo grado de conciencia del tejido de individuos que actúan en el conjunto social, hay siempre un punto insondable, un deseo de atravesar el campo de los deseos prohibidos, hacia una imagen recóndita del tumulto”.
González interpela, “que pensemos el punto de densidad absoluta en que alguien decide actuar en función de un saqueo”; esto nos ubica en un observatorio colectivo donde el bien común intenta interpretar el libre albedrio individual de cada operador humano a la hora de decidir desde donde obra. González Interroga: “¿Cuándo me decido o me pienso saqueador, en vez de vecino, compañero, hombre de barrio o sufridor de las derrotas de mi equipo?” nos propone practicar el juicio kantiano delante del árbol del bien y del mal. Dante en su poema narra la observación de una vida después de la muerte (del cuerpo). Solo el cuerpo sufre hambre y obra en el mundo según el hambre que tiene; aquí también González señala otro letrero retórico: “la gran parábola del hambre” que lo lleva a internarse en la interrogación que diferencia hambre de apetito. El hambre, todos aceptamos que es una situación desesperada, pero el apetito? es otro tipo de hambre o de desesperación? y eso no podemos amalgamarlo, ni despreciarlo en el análisis del comportamiento, porque el apetito también desespera, impacienta e indigna, pero es un vicio.
González reflexiona, “Es evidente que el oscuro prestigio de los saqueos proviene de un fondo histórico. Quizás sería el resorte oculto final del alma de los pueblos y asimismo de los pensamientos secretos del fanático del Orden. Pero están vinculados a la gran parábola del hambre, la multívoca metáfora que sin embargo es tan pétrea que pocas veces permite extraerle significaciones más reales. La palabra hambre nunca tiene hambre, siempre está saciada de dictámenes tan terminantes, que al poner a todos contra las cuerdas hace pensar, a las instituciones públicas y a la sociedad entera, que los cuerpos raquíticos las recusan infamantemente”. Si hablamos de metafísica, la pregunta pertinente es ¿Después de la muerte, es social la vida del alma? El Dante en el Infierno nos narra una vida puramente individual, las almas no están solas en los círculos pero nadie las ayuda a cumplir sus penas. Cada uno está condenado por su propio acto y nada puede ayudarlo a eludir su responsabilidad: el tormento es remordimiento memorial. En cambio en el Paraíso las almas configuran un tejido social sólido, unidos por una conciencia que los reúne, que los congrega hacia un alimento vital, allí nadie destruye lo útil, lo necesario, lo valioso, lo benéfico y lo lucrativo. Tampoco nadie se apropia, porque la fuente que provee el alimento vital vive perennemente y siempre regenera lo necesario, lo valioso, lo benéfico y lo lucrativo venciendo el apetito y resolviendo el hambre con su voluntad de generosidad indispensable, en resumen la abundancia es inteligencia colectiva con amor consciente hacia sí misma.
El libre albedrío es una condición metafísica del comportamiento de la humanidad que tiene una contracara ineludible: la responsabilidad. Ambos platos penden del hilo de la justicia histórica que busca recomponer la imagen del dios, imbricando correctamente los pedazos del espejo. La política es el arte de gobernar el poder de lo diverso y ese arte requiere intención colectiva para generar equilibro en la balanza. Ese es el Paraíso unificador del Dante donde la noción de equilibrio equivale al encastre virtuoso y victorioso. Quién puede entonces negarse a esta gloria? Únicamente la sombra del “príncipe” que no diferencia entre ser y no ser ciudadano.
31.12.12
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